martes, 13 de diciembre de 2011

MADRE TIERRA



Madre Tierra es una novela de intensas emociones, por su pulso narrativo y las ansiedades y pasiones que cobran vida en sus personajes. También es un ferviente anhelo personal. Una vieja y larga historia que he venido madurando desde hace tiempo entre hibernaciones y compulsivos trances creativos, como en esas exquisiteces culinarias sometidas a un proceso de elaboración con largos periodos de reposo, degustación y experimentación de sabores. De apariencia ambiciosa por su volumen (más de 700 páginas), es, sin embargo, una novela humilde y generosa en sí misma, pues la infinita paciencia de sus protagonistas me ha permitido escribir mientras tanto otras cuatro novelas más, algunas de ellas publicadas.

Quiero decir que Madre Tierra no sólo ha sido un referente literario en los últimos siete años sino también una fuente de vida para mí, el principio y el final de un tránsito especialmente azaroso desde el día en que caí del caballo, dispuesto a abandonarlo todo por la literatura, hasta el presente. Una novela cuya elaboración me apremió como escritor en la medida en que me iba colmando como ser humano. En sus páginas habitan algunos fantasmas que me han perseguido desde hace tiempo: la autenticidad de la querencia por la tierra, la reflexión crítica sobre España, el amor como ingrediente definitivo de la reconciliación. EnMadre Tierra no sólo se reconcilian los hombres y mujeres que odian; también los que aman. Uno de los personajes deMadre Tierra llega a decir que la Guerra Civil de nuestro país no empezó en 1936 sino en 1492, y sigue en nuestros días.

Hace poco mantuve una larga conversación acerca de la novela con un joven e inteligente amigo que me dijo haber visto cierto paralelismo entre el pesimismo depresivo de algunos de sus protagonistas con el movimiento Grunge, el de Nirvana y su líder Kurt Cobain, en la década de los 90 del pasado siglo; y es posible que exista esa relación: todas las rebeldías son depresivas. Madre Tierra es un grito de rebeldía. Los lectores maduros lo ahogarán en el llanto de la tristeza por la generación perdida. Para los jóvenes será una revelación, una súbita ingestión de energía y admiración por una clase de martirio que ellos desconocían.

Todo en esta novela es debatible pero sincero, preocupante y al tiempo esperanzador. Hasta un personaje tan inocente como el joven periodista Ken Brighton, americano, termina contagiándose del misterio de la tragedia y decide convertirse en redentor de los problemas de un país desgarrado. En Madre Tierra nadie está conforme con lo que es, y por lo tanto con lo que hace, ni con Dios ni con el infierno. Sólo el judío sefardita Wilfred Montesza parece un hombre relativamente feliz; y es probable que lo sea porque el exilio de casi medio milenio le obliga –como a sus antepasados– a constreñir la idea de España a una imperecedera emoción nostálgica. Por eso ha ordenado plantar en su rancho de Pretoria encinas traídas de la lejana Sefarat, y pintar un gigantesco lienzo sobre la huida de los judíos desde los puertos españoles que ha colgado en una de las paredes de su biblioteca en Johannesburgo. Observa todos los días el cuadro y busca en él los orígenes de su estirpe. Y cada vez que lo hace se conmueve.

Manuel Mira Candel
 ESTA EDITADA POR  EDITORIAL CLUB UNIVERSITARIO

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